Roberta Invernizzi, el arpista Manuel Vilas y Qvinta Essencia celebran en Vélez Blanco a la compositora Isabella Leonarda en su 400 aniversario

Una desconocida y sin embargo magnífica y renovada brisa italiana recorrió en la noche del miércoles la iglesia del convento de San Luis de Vélez Blanco. Los salmos y motetes de una compositora italiana apenas conocida a pesar de cumplirse 400 años de su nacimiento cruzaron la nave de la iglesia para atrapar a un público que asistió a una noche especialmente relevante para el Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco. La soprano italiana Roberta Invernizzi, el cuarteto Qvinta Essencia y el arpista y director del programa Manuel Vilas pusieron Isabella Leonarda. Salmos y motetes para su 400 cumpleaños y el resultado no pudo ser mejor, un concierto espléndido con un cuarteto en la cumbre musical, una soprano que supo sacar lo mejor de su bello timbre para una partitura compleja por momentos y Vila, que dirigió e interpretó magistralmente.

Isabella Leonarda (Novara, Italia, 1620-1704) fue una compositora que, curiosamente, pasó la mayoría de su vida en un convento de clausura. De familia económicamente acomodada, Anna Isabella ingresó a los 16 años en el convento, donde residió hasta su muerte. Desconocida fuera de su ámbito local, como explicó a la audiencia Manuel Vilas, que ha realizado un esfuerzo ímprobo de investigación en la figura de esta monja-compositora, no sería hasta los años 90 del siglo XX cuando se empiezan a conocer sus obras. A partir de ahí, las investigaciones revelan a una mujer con una sólida formación musical, conocedora de las tendencias musicales de su época a pesar de su clausura y, básicamente, vanguardista para su momento. Y, además, especialmente prolífica, ya que se han encontrado más de 200 composiciones de su autoría, una cifra especialmente elevada.

Y la música sacra de Isabella Leonarda llegó a Vélez Blanco cuatro siglos después en forma de un salmo y diversos motetes, composiciones polifónicas sacras breves escritas con frecuencia para ser cantados sin acompañamiento y que, en esta ocasión, fueron acompañados por el arpa de Manuel Vila. Qvinta Essencia –la soprano Elia Casanova, el alto Hugo Bolívar, el tenor Albert Riera y el bajo Pablo Acosta– ofreció una perfecta afinación y homogeneidad en el timbre que, acompañado de una magnífica dicción, elevó las partituras de Leonarda al lugar que se merecían. El arpa de Vilas tuvo mucho que decir en la belleza de la música y, sin duda,  Roberta Invernizzi destacó por su timbre lleno de belleza que, además, en alguno de los motetes alcanzaron momentos sublimes. Fue el caso de la interpretación del motete Nive Puer, una de las nanas más hermosas del barroco italiana.

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Por la mañana, el festival de música se  trasladó a las calles de Vélez Blanco. En una mañana especialmente brillante, el paseo de ministriles paseó la localidad al ritmo de la música en un homenaje a las mujeres de la localidad que, con frecuencia poco o nada reconocidas, contribuyeron a la puesta en pie de edificios, y proyectos en definitiva, especialmente significativos en la ciudad. El paseo arrancó en el convento de San Luis,  continuó hacia la ermita de la Concepción para después hacer parada en los Caños de Caravaca y concluir en los caños de la plaza. En cada parada, se leyeron textos escritos por el recientemente fallecido Dietmar Roth sobre las aportaciones de esas mujeres velezanas a la localidad. El acto, que contó con la voz de Ana María Sánchez, esposa de Roth, sirvió de homenaje también a este velezano de adopción querido y admirado por todos.

Por la tarde, la catedrática de la Universidad de Valencia Mónica Bolufer ofreció la conferencia La mujer sabia de la Ilustración: ¿modelo o espectáculo?.

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