• Claustro del Convento de San Luis
  • martes, 24 Jul 2018 a las 21:00

Programa

Espejo de caballerías. El ideal caballeresco. Música de los siglos XIII al XVII.

I – El caballero cortesano, el casto caballero y el amor  cortes

1 Mozárabe, CSM 76 (Instrumental) Alfonso el Sabio 1221-1284
2 O que da guerra levou cabaleiros”, CBN 496 , Cantiga de escarnio político de Alfonso el Sabio. Melodía:  Cantiga das Mayas CSM 406
3 Par Deus, senhor”, CBN 470, Cantiga de amor de Alfonso el Sabio. Melodía Maluf andalusí de Túnez

 

II – Orden de caballería, caballo y caballero tan famoso

4 El caballo de Bonamic, CSM 353 “En todo nos faz merçee” Alfonso el Sabio
5 El anillo de Don Fernando, CSM 292 “Muito demostra a Virgen” Alfonso el Sabio
6 Ma tre dol Rosignol Virelai. Borlet (Trebor), h. 1390-1410
(CSM – Cantigas de Santa María, CBN – Cantigas de amor, escarnio y maldecir)

 

III – Caballero, héroe del Renacimiento

7 «Calatas 5 y 6 a la spagnola» Joanambrosio Dalza (hacia 1500), Intabolatura de Lauto, Milán 1508
8  Pavana Bittre Reue (Mille regretz) – “Canción del Emperador” Josquin Desprez (entre 1445 y 1521), Luys de Narváez, Tielman Susato y Delphin de Música 1538
9 Recercadas  1 y 2 sobre “La spagna”. Diego Ortiz Toledano, (Toledo, Roma) 1553.

 

IV – La ética del caballero.

10 «La mañana de San Juan”, Romance de Abindarráez y Jarifa (Don Quijote de la Mancha, parte 1ª, cap. V). Diego Pisador, S. XVI, Libro de cifras para vihuela
11 «No hay que decir el primor”. Jácaras. Anónimo, siglo XVII
12 «Un sarao”. Chacona (Don Quijote de la Mancha, La Gran Sultana,  La ilustre fregona) Juan Arañés , c.1560-1649 Alcalá de Henares. Libro segundo de tonos y villancicos, Roma: Juan Battista Robletti 1624.

Biografía

GRUPO MÚSICA ANTIGUA

Cesar Carazo: canto, viola de brazo.
Aníbal Soriano: vihuela de mano, guitarra barroca
Luis Antonio Muñoz: vihuela de arco, canto  y percusión.
Eduardo Paniagua: salterio y flautas a bisel alto, tenor.

EDUARDO PANIAGUA

Nacido en Madrid en 1952, es arquitecto y especialista de la música de la España medieval. A los 16 años graba sus primeros cuatro discos con el grupo Atrium Musicae, en el que aprende y trabaja entre 1966 y 1983 con los instrumentos de viento y percusión, realizando giras de conciertos por Europa y América, y participando en toda su discografía.

Miembro fundador de los grupos Cálamus y Hoquetus, se especializa en la música arábigo-andaluza, participando en festivales españoles y del mundo árabe. En 1994 crea los grupos MÚSICA ANTIGUA e IBN BÁYA para el trabajo musical sobre las Cantigas de Alfonso X, la música andalusí y otras músicas de la Edad Media y Renacimiento.

En paralelo funda y dirige el sello discográfico PNEUMA con el que comienza a editar sus más de 40 producciones musicales. En 1995 es contratado por Sony Classical para realizar la colección de música medieval Hispánica, en la que ha editado con el grupo MÚSICA ANTIGUA diez discos sobre las Cantigas, actualmente reeditados en Pneuma, y con IBN BÁYA cuatro sobre música andalusí.

Por su trabajo y por la difusión de estas músicas inéditas está recibiendo excelentes críticas y premios internacionales, valorado como “embajador cultural” de su país al favorecer el diálogo de las culturas mediterráneas y siendo nominado como Mejor Artista de Música Clásica en los Premios de la Academia de la Música Española en los años 1997, 2000 y 2004.

NOTAS AL PROGRAMA

 LOS CABALLEROS EN ESPAÑA
“El saber sin el obrar es como el árbol sin fruto.”
Libro del Caballero Zifar. S XIII

Desde la derrota del rey visigodo Rodrigo en Jerez de la Frontera en el año 711 hasta la caída de Granada en 1492, España fue un campo de batalla en el que españoles, ya fueran castellanos, navarros, leoneses, aragoneses, catalanes, gallegos o moros, lucharon reino a reino, ciudad a ciudad por subsistir o por su primacía en la península. En este contexto los caballeros fueron protagonistas de la historia y en consecuencia los héroes de las leyendas, baladas y romances.

Aragón y Cataluña se impregnan del espíritu caballeresco y galante de Occitania y del Norte de Francia. Pero es el conflicto entre hispano-musulmanes e hispano-cristianos el que templó, por un lado el espíritu recio de las Órdenes de Caballería españolas, y por otro forjó el crisol hispano. El refinamiento sensual del Sur y la curtida virilidad del Norte entretejieron la caballerosa alma española.

La literatura románica nace de esta contienda y desasosiego donde los cuentos de caballería reflejan el espíritu heroico religioso y cortesano, de alarma permanente, guerras fronterizas y vida errante.

Los trovadores relatan las valerosas hazañas en cantares como los de Bernardo de Carpio el campeón de Castilla, el Cid Campeador y su famosa espada Tizona, los infantes de Lara, los extravagantes cuentos religiosos sobre la Caballería Celestial y el Caballero de la Estrella Brillante.

España, país de dilatada caballería activa, ha dado en herencia a sus pobladores un carácter caballeresco e imaginativo. Hemos preferido los ideales a la realidad burda, y el valor de la aristocracia de espíritu se ha mantenido alto.

EL ESPÍRITU DE LA CABALLERÍA

“De cada mil fue elegido y escogido un hombre más amable, más sabio, más leal, más fuerte, y con más noble espíritu, con más educación y mejores modales que todos los demás. Se buscó entre los animales el más bello, el que corre más y que pueda sostener más trabajo. Y porque el caballo es el más noble animal y el más conveniente para servir al hombre, se lo dio al hombre que había sido elegido entre mil hombres; y por eso aquel hombre se llama Caballero.”
Libro del orden de Caballería – Ramón Llull 1275

Los caballeros medievales famosos son los herederos de los “héroes” antiguos. Hércules, Teseo, Héctor y Alejandro recorren territorios y luchan para salvar a poblaciones de monstruos y tiranos. Durante el imperio romano no abundan los héroes por honor. Y es en la Edad Media, tanto por influjo germánico, como por el de la cultura musulmana, cuando aparece el caballero luchador del honor, exaltado de generosidad y de gloria. Impulsado a proteger al débil y a venerar a la mujer, más allá de la satisfacción de pasiones egoístas y de la conquista de territorios y riquezas.

En el áspero sistema feudal, el contraste entre los héroes novelescos y la realidad histórica hace preguntarnos si ha existido la caballería ideal en alguna época, o si más bien se trata de un hermoso sueño, una edad de oro semejante a la de la campestre felicidad de los pastores de la Arcadia. El libro del orden de Caballería de Raimundo Lulio y el capítulo dedicado a los caballeros dentro de Las Siete Partidas, del rey Alfonso X el Sabio, nos hacen ver que los caballeros no siempre se comportaban como tales.

Son realidades históricas la existencia de las Órdenes de Caballería, órdenes militares para la defensa de las fronteras y de la fe, nacidas en relación con las cruzadas para recuperar de los sarracenos la tumba de Jesucristo en Jerusalén. En España tienen sentido y vida propia durante la reconquista, la orden de Calatrava, fundada en 1164, la de Santiago, en 1175, la de Alcántara, en 1183 y la de la Estrella ó de Santa María de España, fundada por el propio rey Alfonso.

También son reales los rituales de iniciación, derechos y prerrogativas de los caballeros que nos han llegado en documentos de la época. Así, en Las Siete Partidas, vemos “Como han de ser hechos los caballeros”. En la ley XIV, título XXI, Partida II.

“… pasada la vigilia luego que fuese de día, debe primeramente oír su misa y rogar a Dios que le guíe sus hechos para su servicio; después ha de venir el que ha de hacerle caballero y preguntarle si quiere recibir la orden de caballería, y si dijera que sí le ha de preguntar si la mantendrá así como se debe mantener. Después le debe calzar las espuelas, o mandar a algún caballero que se las calce (…) le ha de ceñir la espada sobre el brial que vistiese y que la cinta no quede floja.

 Cuando tuviese la espada ceñida, débela sacar de la vaina y ponerla en la mano diestra, y hacerle jurar estas tres cosas: la primera que no recele morir por su ley si menester fuere, la segunda por su señor natural, la tercera por su tierra, y cuando esto hubiese jurado debe darle una pescozada para que estas cosas sobredichas le vengan en miente, diciéndole que Dios le guíe en su servicio y le deje cumplir lo que allí prometió. Después de esto le ha de besar en señal de fe, de paz y de la hermandad que debe ser guardada entre caballeros.”

 

También en el libro de Raimundo Lulio se puede leer:

“El caballero debe cabalgar, hacer justas, jugar la lanza en las lizas, andar con armas, tomar parte en torneos, hacer tablas redondas, esgrimir, cazar ciervos, osos, jabalíes, leones y las demás cosas semejantes a esas que son oficio de caballeros, pues todas estas cosas acostumbran a los caballeros a los hechos de armas y a mantener la orden de Caballería.

 Así como todas estas cosas referidas tocan al oficio de caballero en cuanto al cuerpo, así la justicia, la sabiduría, la caridad, la lealtad, la verdad, la humildad, la fortaleza y la cautela, y otras virtudes semejantes a estas pertocan al caballero en cuanto al alma.”

En la historia de la Caballería se pueden distinguir tres grandes épocas:

  • La heroica, en la que prevalecen la guerra y la defensa de la fe en la lucha contra el Islam en España, entre ellos Carlomagno y sus pares.
  • La poética, en la que cualquier proeza se consagra a la galantería con hermosas mujeres. Ejemplo son los caballeros que emulan a los de la Tabla Redonda.
  • La decadente, donde aparece el desvirtuamiento del espíritu de la caballería y surge por doquier el caballero falso o felón, explotador del campesino y traficante de prisioneros. En este periodo surge la necesidad de reglas orientadoras del buen caballero, llevadas al extremo con el Quijote de Cervantes.

«Porque quiero que sepas, Sancho, que todos o los más caballeros andantes de la edad pasada eran grandes trovadores y grandes músicos; que estas dos habilidades o gracias, por mejor decir, son anexas a los enamorados andantes». El Quijote, Capitulo XXIII.